Una nueva persona

Transformación espiritual

Se define la metamorfosis como la transformación profunda de una persona.

2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.”

Eso no es una reforma ni una simple modificación de hábitos o costumbres, sino que ahora usted es un ser completamente nuevo a los ojos de Dios.

Perdón de pecados

La Biblia dice en Romanos 3:23: “Por cuanto todos pecaron están separados de la gloria de Dios.”

Observe lo que dice el Señor en Isaías 43:25: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.”

Un término para la salvación es “renacer” o “nuevo nacimiento” (1 Pedro 1:3, 23). Todos sabemos que el nacimiento es permanente.

Somos adoptados

Se llega a ser hijos por adopción. Otro término para su salvación es “adopción”. Al principio usted se puede preguntar por qué Dios diría que somos “adoptados” cuando decir que usted ha “nacido” en su familia parece algo más maravilloso.

El Espíritu Santo viene a vivir en el cristiano

Cuando usted es salvo, Dios le da el Espíritu Santo, su regalo, su don, dentro de usted. Debido a que es espíritu, usted no puede sentir que está dentro de usted, pero es el sello permanente de Dios en usted, indicando de esta manera que usted es Su hijo. Efesios expresa muy claramente que uno es salvo por el creer, y que luego uno es sellado con el Espíritu Santo:

Efesios 1:13,14: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras [garantía] de nuestra herencia…”

Dios ha llegado a ser su Padre celestial, y ahora usted es su hijo o su hija. Desde este momento ha comenzado una maravillosa relación que será eterna. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre les  dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).

¡Dios dice que usted es su hijo! “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios” (1 Juan 3:1,2). No puede ser que un día usted es hijo de Dios y al día siguiente no lo es. Dios optó por comunicarse con nosotros con las  palabras que empleamos en nuestro diario hablar, y todos sabemos que los hijos son un agregado permanente a una familia. Nadie tiene hijos en su familia un día y luego no los tiene en la familia al día siguiente. Lo mismo que ocurre en nuestras familias humanas ocurre en la familia de Dios. Dios lo llama a usted su hijo para dejar bien en claro que usted está permanentemente en su familia. Ésta también es la razón por la cual los no creyentes nunca son llamados “hijos” de Dios. Ellos no son parte de la familia.

Los hijos tienen la “semilla” de su padre dentro de ellos, y los cristianos nacen de “simiente incorruptible” (1 Pedro 1:23). La Biblia es muy clara: si usted es salvo, usted nació en la familia de Dios, ha sido adoptado de forma permanente, ha sido sellado con el Espíritu Santo, y Dios lo llama hijo de Dios.

Un nuevo destino

Usted se dirige a un lugar diferente. Ha cambiado de rumbo. Ahora su destino ya no es un lugar de condenación sino un lugar celestial para vivir eternamente con su Señor. Juan 3:36 dice: “El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” 1 Juan 5:11: “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida; y esta  vida está en su Hijo.” 2 Corintios 5: “Tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en el cielo.”

El Espíritu Santo viene a morar en el creyente (Juan 14: 15-26).

“Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él. Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os lo he dicho.”

 

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